Todos hemos visto cómo los reactores comerciales, volando a más de 30.000 pies, dejan frecuentemente unas estelas blancas. Están provocadas por la súbita congelación del vapor de agua de la atmósfera, debida a un enfriamiento adiabático del aire al chocar con el avión, y romper un estado de vapor inestable. Las estelas, llamadas contrails, se van ensanchando hasta que -a los pocos minutos- desaparecen. Sin embargo se han observado otro tipo de estelas de comportamiento más raro: los chemtrails, que se van engrosando y no desaparecen, se extienden evolucionando hacia una nieblina que impide ver el azul normal del cielo. Al parecer están provocadas por aviones que dispersan un aerosol que produce este fenómeno.
Los chemtrails o estelas persistentes (a diferencia de los contrails), se expanden por el cielo a medida que pasan las horas. Este fenómeno no parece que existiera antes de los años 90.
El contexto de los chemtrails está teñido de connotaciones paranoides que dificultan conocer la verdad. Los seguidores del investigador Don Croft aseguran que los chemtrails son parte de un programa para enfermar a la humanidad, que se está ensayando en algunas regiones. Según ellos, estaría dirigido por un gobierno en la sombra, del que forman parte los Illuminati y otras organizaciones -incluso alienígenas! -, que utilizarían a las Fuerzas Aéreas engañándolas con un supuesto buen fin, para dispersar estos nocivos polvos, en un plan genocida para reducir la población mundial. Que cada cual piense lo que quiera…
Lo cierto es que DeMeo y otros que se mantienen dentro de la “ortodoxia reichiana” aseguran que los llamados chemtrails son una errónea interpretación de las clásicas estelas que dejan los reactores comerciales, que en determinadas condiciones meteorológicas toman otros aspectos. Según DeMeo los creyentes en los maléficos chemtrails tienen una obsesión paranoica y se creen elegidos para salvar a la humanidad.
Una postura intermedia es la de William Thomas, periodista canadiense especializado en temas de salud y medio ambiente. Sus artículos y editoriales se publican en los principales periódicos y revistas de ocho países. La publicación NEXUS tiene fama de seria y filtra lo que publica, por lo que nos inclinamos a creer lo que escribe Thomas en su artículo ¿Chemtrails, covert climate control?.
Según Thomas, los chemtrails son reales y están provocados por aerosoles emitidos por “aviones tanques” a una altura de 30.000 pies. Hay testigos con buenos conocimientos de aeronáutica, entre ellos, controladores, que han visto hasta 30 aparatos simultáneamente describiendo trayectorias en zig-zag, círculos y equis, hasta formar una malla de estelas distintas de las habituales. Los aviones eran cuatrimotores Stratotankers KC-135 de los que las fuerzas aéreas de EEUU tienen 650.
Parece ser que Thomas hizo una investigación exhaustiva de lo ocurrido en primavera de 1998, en la pequeña población de Ontario, Canadá, llamada Espanola -con N-, después de una intensa actividad de chemtrails, a cargo de Stratotankers de EEUU, identificados en fotografías. Canadá no tiene estos aviones. Los habitantes de La Española y regiones colindantes empezaron con graves molestias respiratorias, ataques de asma, problemas articulares, intensa cefalea, fatiga extrema… Un síndrome similar a una gripe sin fiebre. Un habitante contó al periodista un hecho francamente sorprendente. Fue la pérdida momentánea de memoria a corto plazo, lo que en esta pequeña población dio lugar a una situación cómica, pues nadie se acordaba dónde había dejado aparcado el coche. La lluvia arrojó una gran cantidad de micropartículas de aluminio. El problema llegó hasta el Parlamento y se pidieron explicaciones a la US Air Force, que negó todo.
Como éste, incluye varios testimonios. Según Thomas estos ejercicios de chemtrails tienen lugar en varios países de la OTAN, y no responden a un propósito perverso, aunque sí equivocado. Se trata de ensayos para formar un espejo estratosférico que refleje los rayos solares y neutralice el efecto invernadero del CO2. Se basa en una patente de un tal Welsbach, de la Hughes Aerospace Corp., titulada “Para la Reducción del Calentamiento Global”, que consiste en esparcir aluminio microscópico u otro material reflectante en la alta atmósfera, lo que refleja del 1 a 2% de la luz del Sol. Según una simulación de ordenador, sería suficiente para reducir el calentamiento en un 85% en los próximos 50 años, aunque se doblasen las emisiones de CO2. Así EEUU podría seguir siendo el máximo emisor del Planeta sin provocar un calentamiento global. Lo que no se ha tenido en cuenta son las consecuencias sobre la salud de la humanidad.
Fuente: internet. (Resumido y adaptado por J. Selfa)
Conferencia de Soraya Lacaba, investigadora y licenciada en Biofísica por la Universidad de Moscú, hablando sobre los chemtrails.