Estas pulseras de orgonita negra 100% puras están elaboradas siguiendo las directrices de la orgonita original (volumen proporcional: 50% viruta de aluminio + 50 % de resina de poliéster + cristales de cuarzo). Y a esta mezcla básica se le añade turmalina negra por sus conocidas propiedades protectoras y también por ser un cristal piezoeléctrico. Finalmente el shungit y el óxido de hierro en polvo enriquecen la potencia bioenergética de la pieza.
Composición: resina de poliéster, turmalina negra, polvo de shungite, viruta fina de aluminio, polvo micronizado de óxido de hierro y minirodados de cuarzo blanco. Recubrimiento de resina UV que protege y mantiene el brillo de la orgonita.
Dimensiones de la pieza de orgonita negra:
Diámetro: 2´5 cm
Altura: 1.5 cm
Longitud de la pulsera: 20 cm
Cadenita de ajuste extra: +5 cm
La turmalina negra se considera la piedra de protección por excelencia absorbiendo las energías densas. Sus características hacen que sea un mineral muy utilizado en espacios donde se hacen terapias, curas y sanaciones, así como en sitios donde se quiera mantener el ambiente energéticamente limpio o neutralizar las ondas electromagnéticas. La turmalina además es un mineral que, al igual que el cuarzo, se utiliza por su propiedad piezoeléctrica.
La shungita o shungit es una piedra negra, ligera, compuesta fundamentalmente de carbono orgánico. Se la considera uno de los minerales más antiguos de la Tierra y es el único que contiene fullerenos, los cuales pueden adoptar diversas formas geométricas y son la tercera forma molecular estable conocida de carbono, tras el grafito y el diamante. Actualmente se extrae exclusivamente de un yacimiento ruso, en la región de Carelia, cerca de la aldea de Shunga (de ahí su nombre).
El shungit se caracteriza por tener superconductividad eléctrica (es incluso más conductor que el oro) y por ser el único material geológico orgánico capaz de aglutinar los elementos de la tabla de Mendeléiev.
En la terapia con cristales el shungit se considera una piedra que se auto regenera, en el sentido que no es necesario limpiarla energéticamente, y parece tener la propiedad de neutralizar parte de los campos electromagnéticos producidos por los aparatos eléctricos que nos rodean.
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